Además de las contracturas que se puedan producir por un traumatismo, un exceso de esfuerzo o de elongación, etc. tenemos que tener en cuenta que hay contracturas estructurales que produce nuestro propio cuerpo para cumplir una función: sujetar una estructura, conseguir una compensación o proteger una lesión. Por lo que es un error pensar que siempre tenemos que eliminarlas.
Por todo nuestro cuerpo, tenemos una serie de contracturas latentes que habitualmente no nos duelen a no ser que ejerzamos una presión o movimiento transversal sobre ellas. Suele ser más común encontrarlas en los músculos estáticos que mantienen nuestra postura. Algunas de ellas, las podemos tener desde hace varios años y no manifestar dolor.
Alguna de estas contracturas las genera nuestro cuerpo porque necesita que cumplan una función como puede ser:
– Conseguir una compensación
En ocasiones, el cuerpo puede generar una contractura para buscar una compensación a una lesión anterior o incluso a otra contractura.
– Sujetar una estructura
Un ejemplo claro es lo que ocurre en una escoliosis. Para mantener las curvaturas de la columna y el resto de compensaciones, habrá músculos contracturados para conseguir la postura en equilibrio.
– Proteger una lesión
Las contracturas son un gran mecanismo de defensa y protección ante una lesión.
En el caso de tener una lesión muscular como puede ser un desgarro o una lesión ósea como una fisura o fractura, las fibras que rodean la lesión se contracturan para proteger la zona dañada y ayudar a la cicatrización.
Estas contracturas son necesarias. Por esa razón, muchas veces cuando se trata una contractura y pensamos que se ha eliminado, al cabo de un tiempo vuelve a aparecer o incluso, surge un dolor en otra zona del cuerpo.
Conclusión:
Las contracturas son comunes, algunas son necesarias y forman parte de nuestra estructura corporal. Todo tiene su motivo y están ahí por alguna razón.
Una contractura puede ser consecuencia de otra lesión principal. O incluso de otra contractura. Por lo que no debemos tratarla individualmente. Si vemos que no remite o se repite, no hay que insistir sobre la misma sino buscar la causa por la cual se produce.
Como decía el padre de la osteopatía Andrew T. Still entre otros, el terapeuta no cura, sino que ayuda a que el cuerpo se cure solo.
Escritores tan reconocidos como Federico García Lorca, Rafael Alberti, Pablo Neruda o Antonio Machado dedicaron unas líneas a alabar al olivo y el aceite de oliva, uno de los ejes en los que se sustenta la dieta mediterránea, que es para muchos la más saludable del mundo.
La gran virtud de esta dieta equilibrada es su variedad y riqueza, ya que está compuesta por alimentos enteros de origen vegetal como verduras, frutas, granos completos, leguminosas y semillas, además de incluir pescado y carnes magras. Por otra parte, el aceite de oliva se puede consumir en cualquier momento del día y acompañar a platos fáciles como ensaladas, incorporarse en guisos o convertirse en el gran protagonista de unas sabrosas tostadas de pan con aceite.
Además, la Health Coach Rocío Río de la Loza señala a continuación las principales propiedades beneficiosas para la salud con las que cuenta el denominado oro líquido:
Este alimento saludable no solo aporta ventajas relacionadas con la salud y la nutrición, sino que dota de una profundidad de sabores y texturas a cientos de recetas que no serían lo mismo sin aceite de oliva. ¡Disfruta de una vida saludable siguiendo la dieta mediterránea y aumenta tu bienestar!